Protagonistas de esta historia

LEAN EL LIBRO EN LÍNEA

24 julio 2014

Reportaje Audiovisual Exclusivo: TERROR EN LA EMBAJADA DE CHILE EN COSTA RICA... 10 AÑOS DE IMPUNE SILENCIO CÓMPLICE

El martes 27 de julio de 2004, el ciudadano costarricense Orlando Ulises Jiménez Jiménez de 54 años de edad, que fungía como policía de seguridad en el exterior de la embajada de Chile en suelo costarricense, asesinó con su arma de servicio -un fusil de guerra M16-, a tres funcionarios chilenos: Roberto Nieto (primer secretario) Christian Yuseff (segundo secretario y cónsul) y Rocío Sariego (asesora del agregado cultural).

Transcurrido una década, aún no se conocen las razones o los motivos que llevaron a "este ejemplar funcionario de la policía costarricense" atentar de manera selectiva contra estos tres chilenos. Sólo existen especulaciones y conjeturas sin un valor jurídico real. Científicamente nunca pudieron descifrar en el Ministerio Público de Costa Rica las motivaciones que pudo tener Orlando Jiménez.

¿Y Chile? ¿Llevó a cabo alguna investigación? ¿Unió "fuerzas" con Costa Rica para aclarar los hechos?... ¡Jamás lo hizo! Únicamente elaboró un "Sumario Administrativo Interno" que permitió descifrar algunas faltas y errores en la gestión del entonces embajador chileno, Guillermo Yunge.  Estas se conocieron solamente dentro de un grupo fáctico de poder. No obstante, nunca se investigó si esas "faltas y errores" se relacionaron de alguna manera con las muertes ocurridas ese fatídico 27 de julio.

Entonces, ¿cuál es el resultado de esa investigación sumarial? ¿A qué conclusión llegó?... ¡Públicamente, no se conoce!. Ni siquiera los familiares de las víctimas chilenas han tenido acceso a esa información ¿Por qué? ¿Qué se pretende ocultar?

La situación adquiere un cariz más cuestionable, cuando el 7 de enero de 2005, el entonces canciller y actual senador y presidente de la Democracia Cristiana chilena, Ignacio Walker intentó poner un punto final a la controversia declarando -de visita en Costa Rica-, que para Chile "el caso está cerrado política y administrativamente". Declaraciones que emitió mientras buscaba el apoyo y el voto político para la postulación de José Miguel Insulza a la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos, OEA.

A continuación, verán un reportaje audiovisual in extenso titulado "Terror en la Embajada... La historia oculta de los crímenes en Costa Rica" (basado en el libro homónimo publicado en el 2006) que revela responsabilidades políticas y administrativas no reconocidas por el estado de Chile, puesto que nunca fueron investigadas ni transparentadas oficialmente por ninguno de los gobiernos que sucedieron al Presidente Ricardo Lagos Escobar, quien se involucró en los hechos, al atribuirse él la responsabilidad final para autorizar el ingreso de la policía costarricense durante el rescate de las víctimas.

Diez años se cumplen de una indolente actitud de las autoridades, que han preferido ocultar la verdad y proteger a los responsables. Diez años han pasado de un silencio cómplice que ha profundizado el dolor y la incertidumbre de no saber realmente qué, cómo y por qué sucedió. Diez años les ha tocado vivir a los familiares de las víctimas chilenas con una herida abierta de manera crónica, donde a 10 años siguen tocando puertas y buscando explicaciones frente a los "diplomáticos y educados" portazos recibidos.

20 agosto 2007

Video homenaje a Rocío Sariego

Este video fue editado por Erick Garró en San José de Costa Rica, al conmemorarse tres años de las trágicas muertes en la embajada de Chile del país centroamericano.

25 julio 2007

Algunos antecedentes inéditos

El video que viene a continuación entrega antecedentes jamás investigados por las autoridades del gobierno chileno y representan una mínima parte de todas las aristas que tiene esta historia. Este viernes 27 de julio de 2007 se cumplen 3 años y, al parecer, el silencio de quienes podrían hacer o decir algo es más potente y decidor que la sensación de impunidad y abandono que sienten las familias de quienes fallecieron ese fatídico martes 27 de julio de 2004.

03 septiembre 2006

Declaración Pública

Ante la nula reacción de las autoridades chilenas y costarricenses, para hacer frente a los misterios y acusaciones que devela el libro "Terror en la embajada", es que hago uso de esta democrática herramienta -el blog-, exhortando al lector y cibernauta de ambos países, para que lean el artículo que viene a continuación "Silencio y Complicidad", y cada cual saque sus propias conclusiones. Enseguida, nos encontraremos con seis videos que contienen una entrevista realizada a mi persona, por la periodista Karina Alvarez, donde se explica en casi 45 minutos, importantes aspectos desconocidos de la tragedia ocurrida el 27 de julio de 2004.
Todo esto forma parte de lo que contiene el libro de investigación periodística "Terror en la embajada, la historia oculta de los crímenes en Costa Rica".

RODRIGO INSUNZA GINART

Silencio y Complicidad

A partir del momento en que el embajador de Chile en Costa Rica, Guillermo Yunge (50) formalizó -en el 2003-, una relación sentimental con la joven costarricense Marisol Cheves (29), éste comenzó a experimentar una serie de trastornos que afectaron su personalidad y que se tradujeron en diversos actos abusivos y de irresponsabilidad administrativa. Un embajador huraño abandonaba, progresivamente, sus responsabilidades como jefe de misión. Junto con ello, Marisol Cheves comenzó a “tomar las riendas” e imponer algunas “reglas” de comportamiento en la residencia diplomática, no sólo del embajador, sino también del personal doméstico y del joven funcionario tico, César Gómez. Todo este entorno estaba matizado con una serie de ritos y ceremonias de orden esotérico que practicaba Cheves, periódicamente, en una habitación especialmente habilitada para ello.

Además, se suman varios escándalos hogareños que afectaron a Guillermo y Marisol, y que incluían amenazas de muerte, gritos de auxilio, quebrazón de objetos, acusaciones de infidelidad mutua y exigencias de dinero, por parte de la mujer, para dejar "tranquilo" a Yunge.

A partir de estos antecedentes emerge una molestia generalizada de vecinos aledaños a la residencia que, en distintas instancias, expresaron sus reclamos a la Cancillería costarricense, a la policía local y a la sede diplomática chilena.

El abandono de funciones que evidenció Guillermo Yunge hizo que algunos miembros de la colonia chilena expresaran su decepción, por medio de denostar y vilipendiar, no sólo al embajador, sino, también hacia la esposa de éste.

El rumor comenzó a correr por la comarca exigiendo la destitución del emisario chileno. En la embajada, el segundo a bordo y primer secretario, Roberto Nieto (44), anhelaba que cesaran de sus funciones a Yunge puesto que, hacía varios meses, él había asumido la responsabilidad de sacar adelante los compromisos adquiridos por la sede diplomática. El cónsul y segundo secretario, Christian Yuseff (42) agotado de soportar y tapar los actos irresponsables del embajador propició con los chilenos residentes, la reunión de firmas para solicitar la expulsión de este último. También dedicó parte de su campaña para difamar a Guillermo y Marisol. La joven y buena moza Rocío Sariego (29), secretaria y asesora del agregado cultural Gustavo Becerra, fue el centro de atención de Marisol Cheves que manifestaba sus resquemores y celos contra la chilena. Ella manejaba antecedentes que le hacían suponer que Rocío, mientras fue secretaria de Yunge, mantuvo una relación sentimental con el embajador. Por su parte, Rocío siempre expresó su rechazo a la relación que sostenían Guillermo y Marisol, y también infamaba a la pareja.

De esta manera he logrado configurar hechos que se enmarcan en pugnas de poder, delaciones y situaciones pasionales que permiten explicar el interés de Marisol Cheves, en primer orden, para querer eliminar a Nieto, Sariego y Yuseff. Un grado de complicidad se desprende de actitudes y comportamientos que evidenciaron, Guillermo Yunge y César Gómez, posterior a la tragedia. Hasta antes que se desatara la tragedia, el policía Orlando Jiménez llevaba una vida absolutamente normal, que alternó entre la estabilidad emocional y afectiva en el seno de su familia, y excelentes relaciones laborales con todos los funcionarios que trabajaban en la sede chilena. Evaluaciones periódicas en las que están sometidos todos los policías asignados para resguardar la seguridad diplomática de distintas embajadas, le otorgaban a Jiménez sobresalientes calificaciones que lo destacaron sobre sus pares.

El domingo 25 de julio de 2004 arribaba a San José, el ministro del Interior de Chile, José Miguel Insulza, invitado por el gobierno de Costa Rica para dar una serie de charlas. Esa ocasión fue aprovechada por los acomodados residentes, vecinos al hogar del embajador, para redactar una carta denuncia dirigida al secretario de Estado y que buscaba, de una vez por todas, hallar una solución definitiva a los constantes conflictos y escándalos que protagonizaban el diplomático y su esposa costarricense.

La mañana de ese 27 de julio, Insulza entregó en el Hotel Radisson una copia de la misiva al primer secretario, Roberto Nieto, y otra al embajador Yunge en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, donde el ministro se aprestaba a exponer.

Al medio día y mientras Orlando Jiménez cumplía su turno en la embajada de Chile, éste recibió una carta de la comandancia donde le anunciaban su traslado a otro punto de vigilancia.

A partir de estos hechos y cuando el reloj marcaba las 3:40 horas de la tarde, en un acto inexplicable, Jiménez ingresó a la legación chilena con su fusil M-16 en ristre y, sin motivo o razón aparente, arremetió contra Roberto Nieto, Rocío Sariego y Christian Yuseff acribillándolos con su arma de servicio. El policía tuvo la posibilidad de asesinar a la totalidad de los funcionarios, no obstante, las muertes fueron selectivas. En un acto aún más enigmático, el policía optó, tras atentar contra los chilenos, dispararse con el fusil en el mentón. El proyectil emergió por la zona superior de la frente. Jiménez se desplomó inconsciente y, al cabo de unos minutos, se volvió a incorporar desplazándose por más de cinco horas, por distintas dependencias de la embajada. Las gotas de sangre que fluían por su rostro dejaron huellas inequívocas de su transitar. Rocío Sariego y Christian Yuseff permanecieron con vida, quejándose y tosiendo, por más de dos horas.

Afuera, grupos especializados de la policía tica rodearon el lugar, prestos a actuar cuando se les ordenara. Se conformó un comité de crisis integrado por autoridades costarricenses, más el embajador de Chile y el ministro del Interior, José Miguel Insulza.

En tres ocasiones formales, la policía solicitó autorización para ingresar al rescate, no obstante, el embajador Yunge siempre se negó. Desorden, incertidumbre e incredulidad era lo que reinaba en los alrededores, mientras los medios de prensa constataban la improvisación y falta de experticia con que se manejaba la crisis.

Cerca de las 10 de la noche, miembros del grupo negociador se percataron que Jiménez había caído estrepitosamente al piso, por lo que, entonces, recién ahí, el embajador autorizó el ingreso. El excesivo tiempo transcurrido impidió que se pudiera auxiliar con vida a Rocío Sariego, Christian Yuseff y al victimario, Orlando Jiménez. Todos fallecieron sin recibir asistencia médica oportuna. Una serie de hechos que durante el manejo de crisis y posterior a ella, protagonizaron Marisol Cheves, Guillermo Yunge y César Gómez, levantan poderosas sospechas de complicidad en las muertes acaecidas.

Considerando que el comité de crisis era quien tomaba las decisiones finales, y teniendo en cuenta el alto grado de responsabilidad de quienes lo conformaban, es de extrañar que Marisol Cheves formara parte de ese selecto grupo, más aún, si sólo fungía como esposa del embajador, sin responsabilidad diplomática y de ninguna índole en la misión chilena.

Después que el grupo de rescate ingresó pasadas las 10 de la noche y se encontró con el desolador escenario de cuatro personas fallecidas, el lugar fue controlado por las autoridades locales. Ellos iniciaban las pericias de rigor, tanto forenses y judiciales, para anexarlas al expediente de la investigación. Sin embargo, en un momento dado, el embajador Yunge se acercó al perímetro de seguridad y solicitó ingresar, por lo que un policía le dijo que no podía. Acto seguido, Marisol Cheves tomó la delantera e increpó al oficial, exigiéndole que dejara entrar a su marido, que “él es el embajador de Chile, déjelo entrar”. Se formó tal alboroto que, finalmente, autorizaron el ingreso de Yunge a la embajada. No contento con ello, también lo hizo Marisol Cheves. Una vez en su interior, ambos recorrieron las oficinas observando lo inefable.

Aquí, otra vez, la esposa del embajador cometió un dislate. Cheves tenía al frente suyo los cuerpos inertes de Nieto, Sariego y Yuseff. A todos ellos les propinó una serie de puntapiés con el objeto de verificar sus muertes.

Al día siguiente, uno de los hermanos de Roberto Nieto, Rodrigo Nieto, que también era primer secretario en la embajada chilena en Brasilia, arribaba a San José. Éste último, con el dolor de haber perdido a un ser querido, comenzó a reunir todos los papeles que había sobre el escritorio de su hermano, manchados de sangre, introduciéndolos en una bolsa de basura negra. Nieto le pidió a Xinia Vargas, secretaria del fallecido cónsul Yuseff, que nadie le tocara esa bolsa hasta que él regresara de hacer unos trámites. No obstante, ante la ausencia de Rodrigo Nieto, el asistente personal de Yunge, César Gómez, volteó todo lo que había al interior y hurgueteó buscando la carta que el ministro Insulza le había entregado al primer secretario, la misma que entregó también al embajador.

Pero los hechos extraños no concluyeron allí. Por otro lado, distintas autoridades costarricenses aseguraron, el mismo día de la tragedia, que los chilenos habían fallecido inmediatamente, después que el policía les disparó. Este hecho fue corroborado por el mismísimo Presidente Lagos, al asegurar que “ahora que se sabe todo, que prácticamente murieron de inmediato, porque con un arma M-16 nadie queda vivo, no hay posibilidad alguna”, aseguraba en la Televisión Nacional de Chile. Paralelamente, el jefe de la medicatura forense en Costa Rica, Luis del Valle, aseguraba en un video de la policía local, que “estamos asumiendo que las heridas provocadas por un arma de fuego los mata inmediatamente, y eso no necesariamente es cierto.” Al día siguiente, Del Valle recibió en su oficina al ministro Insulza y después a Guillermo Yunge. Ambos manifestaron su preocupación por la posibilidad de una sobrevida. Sólo dos días después, la prensa tica y chilena dio a conocer el informe oficial de doctor Del Valle, donde certificaba que las víctimas chilenas habían experimentado una “muerte instantánea”.

Las sospechas de un contubernio dan sus primeras luces cuando en la misma conferencia de prensa, donde Del Valle daba a conocer los resultados de su pericia, un periodista le preguntó por la peligrosidad que representó Orlando Jiménez después de dispararse en la cabeza. Del Valle aseguró: “Claro, claro que sí. Él (Jiménez) estuvo, ya después de herido, después de tener la lesión, él estuvo tratando de abrir puertas y le disparó a puertas donde había personas. ¡Claro que sí! Yo personalmente vi una cerradura impregnada de sangre de él… era muy peligroso, claro que sí”. Los hechos objetivos evidencian que el policía nunca usó el fusil, ni disparó contra algún objetivo tras inmolarse con el disparo en la cabeza.

Si todos estos antecedentes expuestos, uno a uno, en el libro “Terror en la embajada”, no ameritan una investigación seria y responsable por parte del Estado de Chile y una respuesta clara y precisa de las autoridades chilenas y costarricenses, entonces estamos siendo testigos de un acto de impunidad descarado e imperdonable.

¡Que la gente juzgue el silencio de complicidad que mantienen todos los aludidos en el libro! Posted by Picasa

La historia contada en 45 minutos

Revise cada uno de estos 6 videos e interiorícese de aspectos inéditos en toda esta historia
Entrevista Caso Embajada (Parte I)
Entrevista Caso Embajada de Chile (Parte II)
Entrevista Caso Embajada de Chile (Parte III)
Entrevista Caso Embajada de Chile (Parte IV)
Entrevista Caso Embajada de Chile (Parte V)
Entrevista Caso Embajada de Chile (Parte VI)

26 agosto 2006


Los medios de prensa chilenos no se han quedado indiferentes ante la aparición en el mercado literario, del libro "Terror en la Embajada". Lamentablemente, ninguna autoridad, en Costa Rica y Chile, se ha querido pronunciar al respecto, en un silencio de complicidad que deja entrever la desidia e indolencia con que han actuado en más de dos años, desde que se desató la tragedia diplomática en la embajada de Chile.
El periodismo de investigación está más vigente que nunca, y esta gran bola de nieve tendrá que reventar en algún momento. Lo indesmentible, es que existen responsabilidades políticas y administrativas, antes y después de ese fatídico 27 de julio de 2004.




















07 agosto 2006

Un polémico libro

Teror en la embajada, "La historia oculta de los crímenes en Costa Rica", es el libro que hace menos de una semana, está a disposición del público en las principales librerías de Santiago y regiones.
Decir que contiene "la historia oculta", no es una exageración. A la fecha, no se conocen los verdaderos motivos que llevaron al policía Orlando Jiménez, a querer asesinar a Roberto Nieto, Christian Yuseff y Rocío Sariego. Por su parte, las autoridades costarricenses y, principalmente, las chilenas, han demostrado indolencia y escaso interés por querer indagar más allá de lo "políticamente correcto"... ¡Aquello sería peligroso! ¡El costo puede ser muy alto!
En su momento, la prensa de ambos países dio a conocer una serie de hechos que intentaron explicar lo inefable, que intentaron buscar respuestas a la supuesta locura o demencia temporal que habría afectado al policía. Se habló de una carta, de malos tratos, de dineros, entre otros. Podemos asegurar con base científica que nada de eso se dio en este caso.
Por otro lado, la "Autopsia Psicológica" practicada al victimario es de suma importancia para comenzar a dudar de algunos tópicos aceptados durante la investigación formal, llevada a cabo por el Ministerio Público de Costa Rica. La autopsia psicológica entrega importantes conclusiones: "...no hay indicaciones de que el señor Jiménez planeara estos actos homicidas de forma anticipada (...) La evidencia apunta hacia la idea de que Orlando Jiménez decide ingresar a la embajada y asesinar a tres personas, específicamente, en ese mismo momento". Por otro lado, "la información recopilada no permite suponer la presencia de un trastorno mental significativo que produjera un estado reactivo en el que el señor Jiménez no supiera lo que estaba haciendo". Hay que tener presente que el policía tuvo al frente, con su fusil M-16 en ristre, no sólo a las tres víctimas chilenas, sino, a la totalidad de los funcionarios que salvaron con vida ese día. Sin embargo, nunca arremetió contra ellos. El guardia, oriundo de Puriscal, llevó a cabo una selectiva y eficiente maniobra en contra de Nieto, Yuseff y Sariego. Jiménez seleccionó a sus víctimas... ¿por qué lo hizo?. Finalmente, otra de las conclusiones que entrega la autopsia psicológica, indica que "no es posible establecer una relación causa - efecto en la explicación del comportamiento violento".
Si Jiménez nunca tuvo motivos para querer asesinar a los tres chilenos, ¿por qué lo hizo? Después de perpetrar los asesinatos, ¿por qué decide suicidarse de manera casi inmediata, sin siquiera intentar huir del lugar, o meditar sobre lo obrado? Esta investigación periodística cotejó toda la información recabada en casi dos años de pesquisas, y logró determinar otras razones o motivaciones, tal vez, de peso jurídico (que no se investigaron), y apunta al interés de otras personas, que tuvieron enconadas diferencias con los mártires chilenos. ¿Fue Orlando Jiménez un chivo expiatorio utilizado para llevar a cabo los crímenes?
Con Terror en la embajada, vuestra capacidad de asombro será puesta al límite... Todo lo allí expuesto es real, aunque no lo parezca.
Posted by Picasa

04 octubre 2004

¿Demencia o Conspiración?

Antecedentes inéditos permiten tejer aristas, para la construcción de un puzzle que denota un manejo malicioso de las pruebas, en la investigación sobre las muertes ocurridas en la Embajada de Chile en Costa Rica. Aludiendo al dicho que reza, “es más fácil pillar a un mentiroso que a un ladrón”; las evidencias que se exponen aquí avalarían tal conjetura. Lo indesmentible, es que cuando alguien miente es porque algo se quiere ocultar.

Primero, se habló de una carta como detonante de los hechos, luego, que hubo indolencia en el rendimiento laboral de los policías que custodiaban la embajada. Se dijo que existieron rencillas por unos dineros asignados a los policías. Hoy, la hipótesis se centra en malos tratos que habría recibido el guardia civil, Orlando Jiménez, de parte de los diplomáticos chilenos Roberto Nieto, Christian Yuseff y la funcionaria Rocío Sariego.

Lo cierto, es que ninguna de estas premisas tiene asidero en el informe pericial que dio a conocer la prensa tica, el 21 de septiembre de 2004, y que fuera elaborado por el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) perteneciente al Ministerio Público de San José en Costa Rica.

Todos los occisos se llevaron la verdad de lo que allí ocurrió. Sin embargo, al confrontar las declaraciones emitidas por autoridades y testigos, en los primeros tres días después de ocurrida la tragedia y que consignan distintos medios de prensa, dieron pie para iniciar una investigación periodística que mezcla contradicciones insalvables, embustes y procedimientos erróneos.

ANÉCDOTA E IRONÍA. Aprovechando el inconmensurable abanico de informaciones que, como dádivas ofrece Internet, se cotejó todo lo que apareció por la prensa de Costa Rica y Chile.

¡No caben dudas!, los distintos buscadores virtuales como, por ejemplo, el afamado Google, entregan un solo nombre que se repite en todos los medios: José Orlando Jiménez Jiménez. Se dijo que mató a tres personas y luego se suicidó.

José Orlando podrá contarle a sus nietos que lo dieron por homicida y suicida. Sí, este hombre está vivo y es un policía asignado en la delegación de Montes de Oca, al igual que el verdadero protagonista de los fatídicos hechos. Su verdadero nombre es Orlando Ulises Jiménez Jiménez, y no tiene ningún parentesco con el primero. Coincidentemente, los dos son policías, tienen los mismos apellidos y repiten el nombre, "Orlando".

Y como si esta anécdota no fuera suficiente, la ironía también irrumpe en esta historia, puesto que cuando Chile celebró su cumpleaños 194, el 18 de septiembre de 2004, Orlando Ulises habría festejado 54 años de vida.

Orlando Ulises Jiménez Jiménez muere desangrado y no por los daños que le ocasiona el proyectil 5.56 de la M-16. La intención que tenía era suicidarse, no obstante, el proyectil tomó un recorrido excepcional, ingresando por el mentón y saliendo por la frente, sin causar daños importantes en órganos vitales

EL POLICÍA. Nada hizo pensar que Orlando Jiménez pudiera llegar, juiciosamente, a tener un comportamiento tan abominable y desquisiado, y menos que provocara la muerte de los chilenos Roberto Nieto, Christian Yuseff y Rocío Sariego. Oriundo de Puriscal, sus vecinos no creen lo que pasó y menos que haya sido él.

Orlando Jiménez ingresó a la Fuerza Pública en 1997 y con buenas calificaciones fue asignado para resguardar distintas casas diplomáticas. Estuvo en la residencia de Colombia, luego en la embajada de Nicaragua. Así, llegó a su primera designación en la sede chilena, donde duró aproximadamente un año y medio. Después, fue destinado a la representación de Bélgica, y nuevamente regresó a la embajada de Chile, donde permaneció hasta su muerte.

Esto refuta la hipótesis inicial que habla de una carta que lo habría encolerizado y donde se le notificó que iba a ser cambiado de repartición. Jiménez, había vivido la experiencia de ser asignado a otras dependencias, por lo que se hace muy inverosimil justificar una molestia en ese sentido.

Para los funerales del policía se congregó casi un millar de personas que manifestaron el afecto y cariño que le tenían. En el discurso de despedida, su hijo Randall destacó y agradeció esa convocatoria y solidaridad para con ellos, y consternado arengó a la prensa: “Estamos sufriendo amargamente como a nadie nunca se lo desearía. Medios de comunicación hagan eco de lo siguiente y transmítanselo al mundo: Orlando Jiménez no es un criminal. Las razones de lo ocurrido sólo Dios y él las saben”.

EL INFORME OIJ. Según un informe trasuntado por la prensa local el 21 de septiembre de 2004, el cuestionado guardia policial había derramado su ira y frustración, acumulada en los últimos dos meses, afectado por tres hechos: la citada carta anunciando su traslado, los roces y rencillas con dos diplomáticos y una secretaria, y por último, el frustrado intento de obtener un trabajo para su hija Andrea, en la embajada.

Esta investigación precisa que los hechos son distintos. En algún momento, a finales del año 2003 o inicios de 2004, Orlando Jiménez comentó a Leonardo Banda, director comercial de la oficina comercial de PROCHILE, que su hija se había graduado de informática y que andaba en busca de trabajo. Banda le pidió que Andrea Jiménez enviara una cotización, para darles un curso de computación a los empleados. Con el transcurrir de los días, ella encontró un trabajo estable y comunicó a la embajada que ya no podría darles el servicio. Jiménez estaba contento por su hija.

Cuando ocurren los hechos de sangre, Andrea Jiménez llevaba meses trabajando, por ende, tampoco es creíble la supuesta “indignación” del policía.

Leonardo Banda estuvo encerrado, junto a 4 de sus empleados, en la oficina comercial donde se fomentan las exportaciones chilenas. En un momento dado, salió del cuarto y divisó a Orlando Jiménez tirado en el piso sangrando, e informó telefónicamente de ello a las autoridades policiales que rodearon el lugar. "Lo vi que sangraba muchísimo, pero estaba vivo. Supimos que al cabo de un par de horas se iba a desmayar, porque había perdido mucha sangre ... Esperábamos que actuara la policía. Tal vez se demoraron demasiado, pero eso lo verá la investigación ... Podrían haber actuado antes, pero yo no soy quien para valorar", contaba a los medios locales, el mismo día de los hechos.

El informe pericial elaborado por el OIJ, también arguye como detonante una supuesta rencilla entre Jiménez y la encargada cultural, Rocío Sariego. Esta última le habría enrostrado que su hija no tendría posibilidades de trabajar en la embajada, motivada por una disputa en el parqueo de su automóvil, donde Jiménez habría impedido a Sariego estacionarse en un lugar determinado.

Para la familia del policía, el asunto no deja de ser extraño, puesto que Orlando Jiménez nunca comentó nada en relación a Rocío. Es más, ellos sólo supieron de ese nombre el mismo día de los incidentes en la embajada.

En el informe se asegura que tras los disparos, Jiménez habría intentado salir de la sede diplomática, pero quedó atrapado en su interior debido a que desconocía una clave telefónica que abría el portón. Esta información fue proporcionada por Roy Pérez, custodio en las oficinas de MIDEPLAN, un recinto situado a escasos metros de la embajada. Pérez acudió al lugar cuando un “cuida carros” le advirtió que algo ocurría en la representación chilena. Pérez asegura que Jiménez estaba desesperado por salir y que al darse cuenta de su encierro se disparó en el mentón.

Uno de los funcionarios que salvaron con vida, cuenta que las únicas palabras que escucharon a Jiménez durante el asalto, fue cuando interactuó con Yuseff, donde le pedía hablar con él... acto seguido se escuchó un disparo.

Este hecho contradice lo que afirma Roy Pérez, quien en su declaración al OIJ explica que Jiménez le interpeló que abriera el portón y que todo el mundo se quedara quieto. De ser así, varios de los sobrevivientes habrían oído la situación.

Además, hay que considerar que durante los funerales del malogrado policía, Pérez comentó a la familia de Orlando Jiménez, que este último le había disparado dos veces a los pies. Esto queda desacreditado por la cantidad de disparo que refrenda el informe policial. Evidentemente, Roy Pérez estuvo mintiendo.

Otro hecho a considerar es que Jiménez portaba un fusil de asalto M-16. Este armamento está diseñado para traspasar, incluso, chalecos antibalas. Jiménez no habría tenido ningún inconveniente en disparar contra la chapa del portón, destruirla y salir del recinto.

El informe OIJ dice que el policía, antes de dispararse en el mentón, se quitó el uniforme de servicio. Por lo mismo, al ingresar el grupo de rescate, encuentran a Jiménez en camiseta, calzoncillo y medias, y el uniforme correctamente doblado en otro sector.

Algunas fuentes consultadas explican el hecho, como un rito o código de honor antes del suicidio. Esta versión, junto a otras que se exponen más adelante, demuestra una manipulación astuta y tramposa de ciertas pruebas. Cuando devuelven el uniforme a la familia de Orlando Jiménez, ésta estaba profusamente manchada con la sangre del policía. Aquello demostraría que al momento de recibir el disparo, su traje de servicio lo llevaba puesto.

Este dibujo representa el momento en que Orlando Jiménez dio muerte al primer secretario, Roberto Nieto. El diplomático estaba conversando con Mónica Reyes, periodista del Ministerio del Interior en Chile.

En conversación telefónica con el fiscal Mauricio Boraschi, que trabaja junto a la titular Andrea Murillo, descarta todas las versiones de prensa que han circulado al respecto y declara: “no noto en el expediente un hecho anterior o instantáneo al momento de los hechos, que ameritara razonablemente un enojo de tal magnitud, que pudiera terminar en esta tragedia. Ni siquiera algo que ameritara una discusión o un contacto físico, menos la utilización de un arma con una intención totalmente homicida y suicida”.

Ante la consulta, ¿por qué se argumenta que existen tres hechos que hicieron estallar las acciones homicidas y suicidas de Jiménez?, el abogado no escatima en aclarar que son conclusiones de los periódicos, donde se da “la interpretación que ellos quieren”. A nivel de pruebas, asegura, el informe no se arrima a ninguna de esas tres conclusiones.

“Sí, son hechos que se mencionan y que mencionan los testigos. Las existencias de esas discusiones, la existencia de la molestia de él por el traslado, etcétera, pero por sí solos, esos hechos, aún juntos, yo no creo que hagan llevar a una persona a semejante grado de salvajismo”, sentencia Boraschi.

Las pruebas y evidencias sustentadas en declaraciones de personajes que vivieron y observaron, lo que sucedió ese 27 de julio, son abundantes. Este sondeo periodístico prosigue su curso, y por razones de espacio y tiempo abordaré todos los aspectos pesquisados, en un libro que comencé a escribir en septiembre de 2005.

La policía fue informada de lo que ocurría, inmediatamente después de escucharse el primer disparo. Decenas de oficiales ocuparon el barrio Dent, en la calle Los Yoses y con cintas amarillas cercaron unos 400 metros a la redonda.

20 septiembre 2004

Rándall Jiménez:"...aquí hay gato encerrado"

Santiago.- Nadie comprende ni logra racionalizar, en Costa Rica, lo acontecido el martes 27 de julio en la embajada de Chile. Desde que se conocieron los hechos que terminaron con la muerte de tres diplomáticos chilenos, se habló de un desaguisado que estuvo motivado por una molestia que desquició a Orlando Ulises Jiménez Jiménez, de 53 años

El cuestionado policía llevaba 5 años escudando la seguridad de nuestra legación, y según certifica la prensa local, tenía buenas calificaciones y excelentes referencias por parte de quienes lo conocieron. Sin embargo, de nada sirvió para mitigar el devenir que maquinó esta "mente extraviada", como la calificó el presidente Ricardo Lagos.

El hijo del victimario, Rándall Jiménez, definía el accionar de su padre como "sin respuesta lógica". Es que a nadie le cupo la posibilidad, que un hombre considerado un buen amigo, un buen padre de familia, y un eficiente funcionario -reconocido al interior de la propia embajada-, pudiera dar muerte a sangre fría y con una crueldad irracional, a tres emisarios chilenos.

La tesis de un desequilibrio emocional, donde, tras ser informado que sería cambiado de repartición, reaccionó con el deseo de matar a quien se le cruzara por enfrente, ha sido la respuesta más simplista y cómoda que se pudo argüir para justificar, ante la opinión pública, un hecho que al menos en Costa Rica todavía se investiga. "Es una situación dolorosa del destino que no tiene ni pies ni cabeza... debió haber mediado algo muy fuerte para que llegara a suceder esto a mi padre", aseguró Rándall Jiménez, en una entrevista telefónica para la edición matinal de Chilevisión Noticias.

"Siempre hablaba maravillas de los funcionarios de la Embajada de Chile. Se ha barajado que el cambio de puesto fue el detonante. Créanme y entiendan que consideramos a nuestro padre como una persona excelente, y en sus cinco años (sirviendo a la embajada) nunca tuvo motivos para actuar como lo hizo. Es una situación aislada y fortuita de la vida que no tiene explicación racional, y sí, especulativa", expresaba Rándall, en los primeros días, posteriores a los hechos.

Ha transcurrido más de un mes, y el dolor aún se cierne sobre los familiares de los cuatro fallecidos. Las muertes de Rocío Sariego, Roberto Nieto, Cristián Yuseff y Orlando Jiménez forman parte de una historia que, aún, no se termina de escribir.

Rándall Jiménez tiene 30 años y es analista de sistemas en una importante empresa transnacional, en San José de Costa Rica. En el seno de su familia, ha tomado la bandera de lucha para indagar por nuevos antecedentes, que den respuestas lógicas y contundentes respecto a lo que sucedió ese "martes negro"; no sólo con su padre, sino también, con las víctimas chilenas:

Al interior de tu familia, ¿están conformes con la explicación pública, que se dio a conocer a través de la prensa, respecto de lo que sucedió con tu padre?
Nosotros todavía tenemos la incógnita de lo que realmente pasó, porque todavía no existe una versión oficial de parte de las autoridades; entonces, todavía nos quedan las dudas de cómo fue exactamente que sucedió todo. Estamos esperando que avance más la investigación. Paralelamente, nosotros estamos enfrentando otras investigaciones con abogados, porque hay muchas dudas que tenemos en el aire y queremos investigar.

¿Existe alguna hipótesis o especulación que manejen, de lo que pudo haber sucedido?
En particular, la especulación mía, es por la forma en que sucede todo, porque es una cosa que no va en absoluto de acuerdo con el proceder, o la forma de ser de mi papá. Yo lo he conocido toda mi vida, durante 30 años, y que pasen estas cosas de la noche a la mañana, dejan muchas dudas. No era la forma que tenía de enfrentar (Orlando Jiménez) una situación complicada.

Imagino que es sumamente difícil hacer conjeturas, cuando nada cuadra con la lógica de ser de una persona, y en este caso, de tu propio padre
Además, siento que todos los hechos se dieron por aceptados muy rápidamente. Esto sucedió un día y al siguiente (día) todo el mundo dijo, "sí, las cosas fueron así y asa", y dieron por un hecho, que la primera versión que se conoció, fue la que realmente aconteció. Siento que en estos casos se debiera investigar muchas cosas más, y no salir tan rápido a decir, "sí, esto fue lo que sucedió".

La investigación sigue su curso. Al respecto, ¿han recibido algún tipo de información de la policía costarricense, peritos, autoridades u otros?
La policía a nosotros, no nos ha tomado en cuenta en absolutamente nada, más bien, nosotros por otras diligencias que tenemos que hacer, por motivos legales, es que hemos tenido que ir y preguntar ciertas cosas. Por parte de las autoridades, que se hayan acercado a nosotros, pues no. Para nada.

Y eso, ¿te hace pensar que puedan quedar cabos sueltos, respecto a lo que verdaderamente sucedió ese 27 de julio?
Hay cosas en el aire que te dejan muchas dudas, de qué pudo haber pasado ahí, porque si uno escucha lo que dice la prensa y lee lo que la gente de adentro (en la embajada) dijo, pues todos se contradicen en muchas partes. Yo siento que aquí hay gato encerrado y tratan de encaminar las versiones por un solo lado, para evitarse roces políticos.

¿Y qué gato encerrado podría haber?
Creo que estos temas son muy delicados, desde cualquier punto de vista, y cualquier fuga de información puede acarrear mayores consecuencias. Por lo pronto, estamos investigando.

Las versiones y trascendidos periodísticos que emanan de la prensa tica y otras fuentes consultadas, no sólo barajan como detonante del incidente, la mentada carta que informó el cambio de repartición a los policías; también, se manejan hipótesis dispares entre sí, que expresan, por un lado, un posible atentado dirigido, y en segundo término, un affaire en el que se verían involucrados dos funcionarios.

Para corroborar esto, se ha intentado infructuosamente conversar con algunas de las víctimas que sobrevivieron en la embajada, y que según argumentan ellos, tienen expresa prohibición del embajador Guillermo Yunque, para confesar a los medios de prensa.

Hay que considerar, que varios protagonistas de esta historia emitieron declaraciones en los primeros tres días, después de surgidos los fatídicos hechos; y según hemos cotejado, efectivamente, se generan contradicciones sustanciales entre los dichos emitidos por autoridades chilenas, costarricenses y de quienes presenciaron los acontecimientos ese martes, el último del mes de julio.

Estos antecedentes, junto a otros que develan errores de procedimiento serán dados a conocer en el próximo informe.