Protagonistas de esta historia

LEAN EL LIBRO EN LÍNEA

04 octubre 2004

¿Demencia o Conspiración?

Antecedentes inéditos permiten tejer aristas, para la construcción de un puzzle que denota un manejo malicioso de las pruebas, en la investigación sobre las muertes ocurridas en la Embajada de Chile en Costa Rica. Aludiendo al dicho que reza, “es más fácil pillar a un mentiroso que a un ladrón”; las evidencias que se exponen aquí avalarían tal conjetura. Lo indesmentible, es que cuando alguien miente es porque algo se quiere ocultar.

Primero, se habló de una carta como detonante de los hechos, luego, que hubo indolencia en el rendimiento laboral de los policías que custodiaban la embajada. Se dijo que existieron rencillas por unos dineros asignados a los policías. Hoy, la hipótesis se centra en malos tratos que habría recibido el guardia civil, Orlando Jiménez, de parte de los diplomáticos chilenos Roberto Nieto, Christian Yuseff y la funcionaria Rocío Sariego.

Lo cierto, es que ninguna de estas premisas tiene asidero en el informe pericial que dio a conocer la prensa tica, el 21 de septiembre de 2004, y que fuera elaborado por el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) perteneciente al Ministerio Público de San José en Costa Rica.

Todos los occisos se llevaron la verdad de lo que allí ocurrió. Sin embargo, al confrontar las declaraciones emitidas por autoridades y testigos, en los primeros tres días después de ocurrida la tragedia y que consignan distintos medios de prensa, dieron pie para iniciar una investigación periodística que mezcla contradicciones insalvables, embustes y procedimientos erróneos.

ANÉCDOTA E IRONÍA. Aprovechando el inconmensurable abanico de informaciones que, como dádivas ofrece Internet, se cotejó todo lo que apareció por la prensa de Costa Rica y Chile.

¡No caben dudas!, los distintos buscadores virtuales como, por ejemplo, el afamado Google, entregan un solo nombre que se repite en todos los medios: José Orlando Jiménez Jiménez. Se dijo que mató a tres personas y luego se suicidó.

José Orlando podrá contarle a sus nietos que lo dieron por homicida y suicida. Sí, este hombre está vivo y es un policía asignado en la delegación de Montes de Oca, al igual que el verdadero protagonista de los fatídicos hechos. Su verdadero nombre es Orlando Ulises Jiménez Jiménez, y no tiene ningún parentesco con el primero. Coincidentemente, los dos son policías, tienen los mismos apellidos y repiten el nombre, "Orlando".

Y como si esta anécdota no fuera suficiente, la ironía también irrumpe en esta historia, puesto que cuando Chile celebró su cumpleaños 194, el 18 de septiembre de 2004, Orlando Ulises habría festejado 54 años de vida.

Orlando Ulises Jiménez Jiménez muere desangrado y no por los daños que le ocasiona el proyectil 5.56 de la M-16. La intención que tenía era suicidarse, no obstante, el proyectil tomó un recorrido excepcional, ingresando por el mentón y saliendo por la frente, sin causar daños importantes en órganos vitales

EL POLICÍA. Nada hizo pensar que Orlando Jiménez pudiera llegar, juiciosamente, a tener un comportamiento tan abominable y desquisiado, y menos que provocara la muerte de los chilenos Roberto Nieto, Christian Yuseff y Rocío Sariego. Oriundo de Puriscal, sus vecinos no creen lo que pasó y menos que haya sido él.

Orlando Jiménez ingresó a la Fuerza Pública en 1997 y con buenas calificaciones fue asignado para resguardar distintas casas diplomáticas. Estuvo en la residencia de Colombia, luego en la embajada de Nicaragua. Así, llegó a su primera designación en la sede chilena, donde duró aproximadamente un año y medio. Después, fue destinado a la representación de Bélgica, y nuevamente regresó a la embajada de Chile, donde permaneció hasta su muerte.

Esto refuta la hipótesis inicial que habla de una carta que lo habría encolerizado y donde se le notificó que iba a ser cambiado de repartición. Jiménez, había vivido la experiencia de ser asignado a otras dependencias, por lo que se hace muy inverosimil justificar una molestia en ese sentido.

Para los funerales del policía se congregó casi un millar de personas que manifestaron el afecto y cariño que le tenían. En el discurso de despedida, su hijo Randall destacó y agradeció esa convocatoria y solidaridad para con ellos, y consternado arengó a la prensa: “Estamos sufriendo amargamente como a nadie nunca se lo desearía. Medios de comunicación hagan eco de lo siguiente y transmítanselo al mundo: Orlando Jiménez no es un criminal. Las razones de lo ocurrido sólo Dios y él las saben”.

EL INFORME OIJ. Según un informe trasuntado por la prensa local el 21 de septiembre de 2004, el cuestionado guardia policial había derramado su ira y frustración, acumulada en los últimos dos meses, afectado por tres hechos: la citada carta anunciando su traslado, los roces y rencillas con dos diplomáticos y una secretaria, y por último, el frustrado intento de obtener un trabajo para su hija Andrea, en la embajada.

Esta investigación precisa que los hechos son distintos. En algún momento, a finales del año 2003 o inicios de 2004, Orlando Jiménez comentó a Leonardo Banda, director comercial de la oficina comercial de PROCHILE, que su hija se había graduado de informática y que andaba en busca de trabajo. Banda le pidió que Andrea Jiménez enviara una cotización, para darles un curso de computación a los empleados. Con el transcurrir de los días, ella encontró un trabajo estable y comunicó a la embajada que ya no podría darles el servicio. Jiménez estaba contento por su hija.

Cuando ocurren los hechos de sangre, Andrea Jiménez llevaba meses trabajando, por ende, tampoco es creíble la supuesta “indignación” del policía.

Leonardo Banda estuvo encerrado, junto a 4 de sus empleados, en la oficina comercial donde se fomentan las exportaciones chilenas. En un momento dado, salió del cuarto y divisó a Orlando Jiménez tirado en el piso sangrando, e informó telefónicamente de ello a las autoridades policiales que rodearon el lugar. "Lo vi que sangraba muchísimo, pero estaba vivo. Supimos que al cabo de un par de horas se iba a desmayar, porque había perdido mucha sangre ... Esperábamos que actuara la policía. Tal vez se demoraron demasiado, pero eso lo verá la investigación ... Podrían haber actuado antes, pero yo no soy quien para valorar", contaba a los medios locales, el mismo día de los hechos.

El informe pericial elaborado por el OIJ, también arguye como detonante una supuesta rencilla entre Jiménez y la encargada cultural, Rocío Sariego. Esta última le habría enrostrado que su hija no tendría posibilidades de trabajar en la embajada, motivada por una disputa en el parqueo de su automóvil, donde Jiménez habría impedido a Sariego estacionarse en un lugar determinado.

Para la familia del policía, el asunto no deja de ser extraño, puesto que Orlando Jiménez nunca comentó nada en relación a Rocío. Es más, ellos sólo supieron de ese nombre el mismo día de los incidentes en la embajada.

En el informe se asegura que tras los disparos, Jiménez habría intentado salir de la sede diplomática, pero quedó atrapado en su interior debido a que desconocía una clave telefónica que abría el portón. Esta información fue proporcionada por Roy Pérez, custodio en las oficinas de MIDEPLAN, un recinto situado a escasos metros de la embajada. Pérez acudió al lugar cuando un “cuida carros” le advirtió que algo ocurría en la representación chilena. Pérez asegura que Jiménez estaba desesperado por salir y que al darse cuenta de su encierro se disparó en el mentón.

Uno de los funcionarios que salvaron con vida, cuenta que las únicas palabras que escucharon a Jiménez durante el asalto, fue cuando interactuó con Yuseff, donde le pedía hablar con él... acto seguido se escuchó un disparo.

Este hecho contradice lo que afirma Roy Pérez, quien en su declaración al OIJ explica que Jiménez le interpeló que abriera el portón y que todo el mundo se quedara quieto. De ser así, varios de los sobrevivientes habrían oído la situación.

Además, hay que considerar que durante los funerales del malogrado policía, Pérez comentó a la familia de Orlando Jiménez, que este último le había disparado dos veces a los pies. Esto queda desacreditado por la cantidad de disparo que refrenda el informe policial. Evidentemente, Roy Pérez estuvo mintiendo.

Otro hecho a considerar es que Jiménez portaba un fusil de asalto M-16. Este armamento está diseñado para traspasar, incluso, chalecos antibalas. Jiménez no habría tenido ningún inconveniente en disparar contra la chapa del portón, destruirla y salir del recinto.

El informe OIJ dice que el policía, antes de dispararse en el mentón, se quitó el uniforme de servicio. Por lo mismo, al ingresar el grupo de rescate, encuentran a Jiménez en camiseta, calzoncillo y medias, y el uniforme correctamente doblado en otro sector.

Algunas fuentes consultadas explican el hecho, como un rito o código de honor antes del suicidio. Esta versión, junto a otras que se exponen más adelante, demuestra una manipulación astuta y tramposa de ciertas pruebas. Cuando devuelven el uniforme a la familia de Orlando Jiménez, ésta estaba profusamente manchada con la sangre del policía. Aquello demostraría que al momento de recibir el disparo, su traje de servicio lo llevaba puesto.

Este dibujo representa el momento en que Orlando Jiménez dio muerte al primer secretario, Roberto Nieto. El diplomático estaba conversando con Mónica Reyes, periodista del Ministerio del Interior en Chile.

En conversación telefónica con el fiscal Mauricio Boraschi, que trabaja junto a la titular Andrea Murillo, descarta todas las versiones de prensa que han circulado al respecto y declara: “no noto en el expediente un hecho anterior o instantáneo al momento de los hechos, que ameritara razonablemente un enojo de tal magnitud, que pudiera terminar en esta tragedia. Ni siquiera algo que ameritara una discusión o un contacto físico, menos la utilización de un arma con una intención totalmente homicida y suicida”.

Ante la consulta, ¿por qué se argumenta que existen tres hechos que hicieron estallar las acciones homicidas y suicidas de Jiménez?, el abogado no escatima en aclarar que son conclusiones de los periódicos, donde se da “la interpretación que ellos quieren”. A nivel de pruebas, asegura, el informe no se arrima a ninguna de esas tres conclusiones.

“Sí, son hechos que se mencionan y que mencionan los testigos. Las existencias de esas discusiones, la existencia de la molestia de él por el traslado, etcétera, pero por sí solos, esos hechos, aún juntos, yo no creo que hagan llevar a una persona a semejante grado de salvajismo”, sentencia Boraschi.

Las pruebas y evidencias sustentadas en declaraciones de personajes que vivieron y observaron, lo que sucedió ese 27 de julio, son abundantes. Este sondeo periodístico prosigue su curso, y por razones de espacio y tiempo abordaré todos los aspectos pesquisados, en un libro que comencé a escribir en septiembre de 2005.

La policía fue informada de lo que ocurría, inmediatamente después de escucharse el primer disparo. Decenas de oficiales ocuparon el barrio Dent, en la calle Los Yoses y con cintas amarillas cercaron unos 400 metros a la redonda.